Las cinco (+ 1) mejores hamburguesas de Estados Unidos
Desde Chicago hasta Nueva York: exploramos las 5 (+1) hamburguesas posiblemente más sabrosas de Estados Unidos y los lugares donde comerlas.
Índice
La hamburguesa y el alma gastronómica de Estados Unidos
Pocos platos reflejan tan bien la identidad cultural de un país como la hamburguesa en Estados Unidos. Pero antes de dar el primer mordisco, conviene entender de dónde viene ese sabor que nos resulta tan familiar. Porque es injusto circunscribir la gastronomía estadounidense exclusivamente a la “comida rápida”, como tantos clichés han querido resumir. La gastronomía de los Estados Unidos entronca con las migraciones, los mestizajes y las continúas adaptaciones.
Desde el clam chowder de Nueva Inglaterra hasta el gumbo criollo de Luisiana, pasando por las costillas ahumadas del sur o los bagels neoyorquinos, Estados Unidos ha cocinado su historia con ingredientes de influencias globales. Y en el centro de esa mesa mestiza, como un plato común pero inconfundible, está ella: la hamburguesa.
Más que una receta, la hamburguesa es un símbolo comestible del american way of life. Popular pero no vulgar. Versátil, pero con reglas propias. Moderna, aunque con raíces más profundas de lo que pensamos. Y es que una buena hamburguesa —cuando está bien hecha— no debería ocupar un lugar secundario en el panorama gastronómico. Con ingredientes cuidados, técnica precisa y respeto por el producto, puede alcanzar la misma excelencia que un plato de alta cocina.
Y con permiso de todos los Estados Unidos, conviene recordar que en 2024, según el prestigioso ranking The World’s Best Burgers, considerada la estrella Michelin de las hamburguesas, la mejor hamburguesería del mundo no se encontraba en tierras americanas, sino en España. Concretamente, Hundred Burgers, una compañía nacida en Valencia, cuyas hamburguesas de autor con carne de res Rubia Gallega madurada durante 60 días se alzaron con el primer puesto por su equilibrio perfecto entre técnica, producto e intensidad de sabor.
Y ahora cruzamos el charco.
El origen alemán de un clásico global
La hamburguesa no nació en una cadena de comida rápida, ni fue inventada por algún genio del marketing. Su historia empieza mucho antes, en las bodegas y barcos de emigrantes alemanes que traían consigo el “Hamburg steak”: carne picada sazonada, servida sin pan, que era ya popular en el puerto de Hamburgo.
Fue en Nueva York donde se empezó a servir en tabernas del Lower East Side a finales del siglo XIX. Pero fue en la Feria Mundial de St. Louis en 1904 donde la hamburguesa como hoy la conocemos—servida entre dos panes—ganó popularidad nacional. El pan la volvió portátil. El queso, adictiva. Y el fuego… irresistible.

Una buena hamburguesa no se improvisa. Hay arte en el punto de cocción, en la elección del blend de carne (mezcla de cortes como brisket, chuck y short rib), en la calidad del pan brioche tostado, en la cremosidad del queso cheddar madurado, y hasta en los encurtidos que le aportan el contrapunto ácido perfecto.
¿Una curiosidad poco conocida? El “smash”, esa técnica de presionar la carne contra la plancha para formar una costra dorada (la famosa reacción de Maillard), nació en Oklahoma en los años 20, cuando los comensales pedían carne cocida más rápido sin perder sabor. Hoy, muchos puristas consideran que esa costra crujiente define la hamburguesa perfecta.
De la parrilla al paladar: ingredientes, variantes y maridajes
En su forma más pura, una hamburguesa es carne, pan y acompañamientos. Pero lo que ocurre entre esos dos panes ha evolucionado hasta convertirse en todo un lienzo culinario. Hay hamburguesas con foie gras, con jalapeños encurtidos, con alioli de trufa, incluso con mantequilla de miso o kimchi. Sin embargo, las mejores siguen manteniendo un equilibrio sensorial muy preciso.
¿Qué ingredientes marcan la diferencia?
- Carne de vacuno con al menos 20% de grasa: la jugosidad no se negocia.
- Quesos intensos y fundentes: cheddar añejo, azul, Monterey Jack.
- Pan firme pero suave: brioche, pretzel bun o pan de papa.
- Toppings balanceados: cebolla caramelizada, panceta crujiente, pepinillos, hojas de rúcula o lechuga iceberg.
- Salsas con personalidad: desde la clásica mostaza americana hasta reducciones de bourbon o ketchup artesanal.

¿Y para beber? La hamburguesa acepta muchos maridajes, pero ciertos vinos tintos jóvenes (un syrah o un zinfandel californiano) realzan el sabor umami. También destacan las cervezas IPA con su amargor equilibrado, o incluso un bourbon servido solo. Si buscamos placer sin reglas y sentirnos como un americano más, un buen batido cremoso de vainilla o chocolate es una opción posiblemente muy alejada del gusto europeo y que, dicho sea de paso, no nos atrevemos a recomendar.
Dónde comer las mejores hamburguesas de Estados Unidos
Para hablar de las mejores hamburguesas del país, nos subimos a la carretera. A pie de fogón, cinco destinos destacan por servir versiones legendarias que han marcado escuela.
Antes de lanzarnos a saborear estas propuestas, conviene aclarar por qué estas cinco hamburguesas y no otras. La selección responde a criterios combinados de calidad gastronómica, reconocimiento en medios especializados, autenticidad, experiencia global del comensal y ubicación en destinos turísticos clave. No buscamos solo el mejor sabor, sino también aquellas hamburguesas que representan un equilibrio entre tradición e innovación, producto y técnica, historia y entorno. No son solo platos: son paradas esenciales en una ruta que conecta fogones con ciudades inolvidables.
Desde el bullicio de Nueva York hasta la serenidad creativa de Portland, pasando por el aroma de humo de Chicago o el eclecticismo de Los Ángeles, estas hamburguesas son excusas perfectas para viajar, descubrir y, por supuesto, disfrutar.
1. Chicago, Illinois – Au Cheval y el sabor que marcó un antes y un después
Entrar en Au Cheval es como viajar en el tiempo a una versión mejorada de los diners de los años 50, con luces tenues, y ese inconfundible olor a carne recién marcada que flota en el aire. Sin duda, la elegida (tampoco tienen muchas más) es la Double Cheeseburger con dijonnaise, queso americano, huevo de gallina de granja, pepinillos crujientes y cebolla. La carne, jugosa y sellada con precisión quirúrgica, se acompaña de pan tostado con mantequilla, generando un bocado que es pura armonía.
Tras la experiencia, Chicago se despliega como un escenario de película. Desde el Millennium Park y su famosa “Bean” hasta el Skydeck de la Willis Tower, con su mirador de cristal suspendido a más de 400 metros, la ciudad ofrece vistas, vértigo y vértices culturales. Amantes del arte encontrarán en el Art Institute of Chicago una de las colecciones impresionistas más completas del mundo. Y para seguir comiendo bien, el Time Out Market en el West Loop propone una selección de los mejores chefs locales bajo un mismo techo.

Chicago también es la ciudad de Barack Obama, quien durante su etapa como senador frecuentaba locales del South Side y era conocido por su debilidad por los clásicos bien hechos —hamburguesas incluidas— y su preferencia por lo auténtico sobre lo pretencioso.
2 y 3. Los Ángeles, California – The Apple Pan e In-N-Out: hamburguesas con sol, estrellas y mucha historia
The Apple Pan, abierto en 1947, guarda la esencia de una América que ya no existe. Sentarse en sus taburetes de cuero burdeos anclados al suelo es compartir espacio con generaciones enteras de californianos que vienen aquí a por la Hickory Burger: carne ahumada, queso fundido, lechuga iceberg y una salsa barbacoa secreta que ha cruzado décadas sin cambiar. Es crujiente, dulce, salada y ahumada a la vez. Un bocado a medio camino entre la nostalgia y la excelencia.
En paralelo, el fenómeno In-N-Out, recomendado por el gastrónomo neoyorkino Anthony Bourdain en el libro “Comer, viajar, descubrir” (Planeta Gastro), representa otro vértice de la hamburguesa de Los Ángeles. Cadena mítica, pero de espíritu familiar, ofrece productos frescos, sin congelar, y una carta oculta que incluye la célebre Animal Style Burger, con carne cocinada en mostaza, cebolla caramelizada, pepinillos extra y salsa secreta.
Comer cualquiera de estas hamburguesas es una excusa perfecta para descubrir una ciudad inabarcable. Los Ángeles no solo son playas doradas como Venice o Santa Monica. Es también la cuna del cine (con el icónico cartel de Hollywood), los estudios de la Warner, y barrios que respiran identidad propia como Koreatown, Little Tokyo o Silver Lake. En el centro, el Grand Central Market reúne cocina latina, asiática y californiana bajo un solo techo, y si la visita coincide con el mercado de alimentos Smorgasburg LA (domingos), el universo foodie se multiplica.

Se dice que Julia Child, la famosa chef y presentadora californiana que ayudó a introducir la cocina francesa en Estados Unidos, fue una gran defensora de la cocina americana cuando estaba bien hecha, tenía una debilidad por las hamburguesas clásicas, servidas sin pretensiones pero con buena carne y sabor auténtico.
4. Brooklyn, Nueva York – Emily y el arte de romper las reglas
En el corazón de Brooklyn, el restaurante Emily ha revolucionado la escena con una hamburguesa que no pide permiso para innovar. Se dice que aquí se come una de las mejores pizza de todo NYC pero eso será para otro artículo. De momento nos centramos en la Emmy Burger, servida en pan de pretzel tostado con mantequilla, incluye carne dry-aged o madurada en seco, queso cheddar blanco, cebolla caramelizada y la mítica Emmy sauce, una mezcla entre salsa mil islas y aioli con especias.
Cada mordisco es intenso, cremoso y redondo. Es una hamburguesa con carácter, pensada para impresionar, y que ha logrado fidelizar a una clientela exigente que sabe cuándo está ante algo especial.
Y Brooklyn, por supuesto, acompaña. Es el nuevo corazón cultural de Nueva York. En Williamsburg, los cafés de especialidad comparten acera con tiendas de vinilos y galerías. En DUMBO, bajo el puente de Manhattan, el skyline se funde con el East River en una de las vistas más fotogénicas de la ciudad. Y en los fines de semana, el mercado de Smorgasburg ofrece decenas de puestos donde se prueba de todo: desde bao buns veganos hasta helados de leche de cabra.

Nueva York ha sido cuna de talentos gastronómicos como Anthony Bourdain, quien defendía las hamburguesas sencillas y bien hechas como símbolo de honestidad culinaria. Era habitual verle recomendar clásicos como Corner Bistro, J.G. Melon o Shake Shack, y su sueño —frustrado— de abrir un mercado global de street food en el Pier 57 de Manhattan dejó una huella indeleble en la forma de entender la comida como experiencia cultural. Su enfoque directo y sin artificios, es inspiración en GeoGastronómica, donde entendemos la cocina como una manera profunda y humana de recorrer el mundo.
5. Nueva York, Manhattan – La clásica esquina de PJ Clarke’s y la leyenda en pan
Si hay una hamburguesa neoyorquina que ha alimentado generaciones sin perder su alma, es la de PJ Clarke’s. Fundado en 1884, este local mantiene su barra de roble, sus camareros veteranos y una receta que no necesita adornos. Su “Cadillac Burger” lleva bacon doblemente ahumado, queso cheddar, lechuga, tomate, cebolla y un pan esponjoso que recoge todos los jugos. En PJ Clarke’s presumen de que esta hamburguesa era la preferida de Nat King Cole y de que el restaurante encendió su parrilla antes de que Lady Liberty encendiera su antorcha.
No parece estar documentado que Nat King Cole frecuentará el PJ Clarke’s pero si parece verosímil que el mismísimo Frank Sinatra fuera un habitual. Según cuentan los camareros veteranos, tenía una mesa favorita cerca de la ventana, donde solía cenar después de actuar. Mito o no, lo cierto es que su presencia sigue flotando en el ambiente, entre el tintinear de copas y el aroma a carne recién hecha.
A pasos de allí se abre Manhattan: el bullicio de Times Square, la sobriedad del MoMA, la energía multicultural de Hell’s Kitchen, y la historia viva de Central Park, donde cada rincón parece salido de una novela. Comer en PJ Clarke’s es formar parte de esa historia, de una Nueva York que sabe de cocina, de jazz, de prensa y de amores fugaces.
Estas cinco hamburguesas no son solo platos: son la excusa perfecta para descubrir cinco ciudades fascinantes, para morder la historia, la cultura y los paisajes de Estados Unidos con sabor, curiosidad y respeto por lo bien hecho.

6. Portland, Oregón – Le Pigeon y la hamburguesa que no se deja fotografiar
Realmente son seis hamburguesas y no cinco las que recomendamos en este artículo. La sexta es algo efímera y tendrás mucha suerte si puedes probarla porque en Le Pigeon, la hamburguesa no se exhibe. No aparece en la carta todos los días. Hay que pedirla con la esperanza de que ese día, el chef Gabriel Rucker (galardonado con el James Beard Award), haya decidido prepararla. Cuando llega a la mesa, se presenta como una joya escondida: carne dry-aged, queso Tillamook fundido, cebolla encurtida, lechuga finamente rallada, bacon y pan brioche artesanal.
La textura es sublime, con un equilibrio perfecto entre dulzor, salinidad y ese sabor profundo que solo el envejecimiento en seco aporta. Solo sirven una docena al día, lo que la convierte en un reto para cualquier amante del género. Y sí, es tan buena como exclusiva.
Portland, por su parte, es un destino para exploradores tranquilos. Pasear por el Pearl District, cruzar el Steel Bridge en bici o recorrer el mercado de productores del Portland Farmers Market permite conectar con un estilo de vida relajado y profundamente vinculado al entorno natural. La ciudad también es conocida por su escena cervecera artesanal: maridar la hamburguesa de Le Pigeon con una IPA local es un ritual casi espiritual.
Aquí la gastronomía se vive en cada esquina: food trucks con opciones vegetarianas innovadoras, panaderías que elaboran su propia mantequilla, y festivales como el Feast Portland, donde chefs y productores celebran la cocina como experiencia colectiva.
Mapa de localización de las cinco (+1) mejores hamburguesas de EEUU
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