¿Sabes qué es la Ashwagandha?

Ashwagandha: beneficios, usos y cómo tomar la llamada “raíz de la vitalidad”.

Redacción GeoGastronómica
27 de mayo de 2025
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Índice

Descubre los secretos de la Ashwagandha: la raíz de la vitalidad

En un mundo acelerado, donde el estrés se ha convertido en moneda corriente y el cansancio parece no darnos tregua, resurgen los saberes ancestrales con una fuerza renovada. Uno de esos conocimientos milenarios, arraigado profundamente en la medicina ayurvédica de la India, tiene como protagonista a una planta tan discreta como poderosa: la ashwagandha.

Quienes hemos recorrido mercados tradicionales en Pune o Hyderabad, recordamos ese olor terroso, algo almizclado, que emana de sus raíces secas y que da sentido a su nombre: “ashwa” (caballo) y “gandha” (olor). No es casual: su aroma recuerda al del sudor de un caballo y, según la tradición, quien la consume adquirirá su fuerza. Pero la ashwagandha no es solo una curiosidad botánica. En los últimos años, su popularidad ha traspasado fronteras, adentrandose en tiendas naturistas de Berlín, cafeterías wellness de Los Ángeles o incluso en recetas funcionales de chefs que buscan reconectar con ingredientes ancestrales.

Origen y tradición milenaria

La ashwagandha (Withania somnifera), también conocida como ginseng indio o cereza de invierno, es originaria del subcontinente indio y pertenece a la familia de las solanáceas, la misma que engloba al tomate, la berenjena y el pimiento. Se le atribuyen usos medicinales desde hace más de 3.000 años en los textos sagrados del Ayurveda, donde aparece como rasayana, es decir, sustancia que prolonga la vida y rejuvenece cuerpo y mente.

Su función como adaptógeno ha sido validada por la ciencia moderna: ayuda al cuerpo a lidiar con el estrés, regula el cortisol y potencia el sistema inmunológico. Pero también ha tenido roles culturales profundos: en rituales de paso, en tónicos para guerreros o como parte del ajuar medicinal de mujeres embarazadas. ¿Es entonces una panacea? No exactamente. Pero su historia y su uso sostenido a lo largo de milenios nos obliga, al menos, a prestarle atención.

Variedades y perfil sensorial

En la actualidad, se cultivan distintas variedades desarrolladas por centros de investigación indios como el CSIR-CIMAP. Las más conocidas son ‘Rakshita’ y ‘Poshita’, que ofrecen alto rendimiento y mayor concentración de withanólidos, compuestos activos responsables de sus propiedades terapéuticas.

Organolépticamente, la ashwagandha no es una delicia tradicional. Visualmente, la raíz se presenta como un tubérculo fino, rugoso, de tonalidades beige o marrón claro. Al tacto, es leñosa y quebradiza. Su aroma, como dijimos, es fuerte, terroso, con notas animales que recuerdan a establo seco. El sabor es amargo, con una persistencia seca en el paladar. No por nada se consume tradicionalmente mezclada con leche caliente, miel o especias, como en la popular moon milk, una bebida que mezcla ashwagandha, cardamomo, nuez moscada y canela, pensada para inducir el sueño y calmar la mente.

Cultivo y producción global

La ashwagandha prospera en climas secos y suelos bien drenados. Su cultivo es común en regiones de la India como Madhya Pradesh, Gujarat, Rajasthan y Uttar Pradesh. Allí se siembra con la llegada de los monzones (temporada kharif, entre julio y agosto), y se cosecha unos 150-180 días después.

En 2023, la India produjo cerca de 15.000 toneladas de raíz seca de ashwagandha, según datos del National Medicinal Plants Board (nmpb.nic.in). La demanda ha crecido sostenidamente, con exportaciones hacia Europa y Estados Unidos, donde el interés por la medicina alternativa y los adaptógenos ha disparado su consumo.

Aunque no cuenta con una Denominación de Origen Protegida a nivel internacional, el cultivo de ashwagandha está regulado por organismos como el Ayush Ministry of India, responsable de la promoción de la medicina tradicional. Desde su página (ayush.gov.in) se puede consultar el listado de buenas prácticas y productores certificados.

Análisis nutricional

Según la Base de Datos de Composición de Alimentos (BEDCA), 100 gramos de raíz seca de ashwagandha aportan aproximadamente:

  • 245 kcal
  • 49,9 g de carbohidratos
  • 3,9 g de proteínas
  • 0,3 g de grasas
  • 32,3 g de fibra
  • Minerales: calcio (23 mg), hierro (3,3 mg)
  • Vitaminas: vitamina C (3,7 mg), ácido ascórbico y carotenos (75 µg)

Es importante notar que, al consumirse en dosis de entre 300 mg y 5 g diarios, su impacto calórico es mínimo. Lo verdaderamente relevante es su carga fitoquímica, es decir, la concentración de compuestos bioactivos no nutritivos como los withanólidos, alcaloides, flavonoides y saponinas. Estos componentes, aunque no aportan energía, desempeñan funciones clave como antioxidantes, inmunomoduladores y neuroprotectores. Son precisamente estas sustancias las que hacen de la ashwagandha un recurso terapéutico tan valorado en la medicina tradicional y en la fitoterapia contemporánea.

Fuente: BEDCA – www.bedca.net

Recetas, usos y presencia en la cocina global

Aunque tradicionalmente se ha usado en decocciones o polvos mezclados con miel o ghee, la ashwagandha se ha colado en propuestas gastronómicas contemporáneas. En Goa, algunos chefs la incorporan en postres con leche de coco y azúcar de palma. En restaurantes ayurvédicos de Kerala, se sirve en infusiones digestivas al final de la comida. Y en Occidente, la vemos en smoothies, bowls de desayuno, barritas proteicas o hasta en mezclas para panificados funcionales.

Una receta clásica que está conquistando paladares es el moon milk adaptado: leche vegetal (almendra o avena), ashwagandha en polvo, sirope de arce, cardamomo y una pizca de nuez moscada. Ideal para antes de dormir, combina sabores dulces, especiados y ese amargor de fondo que solo la ashwagandha sabe dejar.

La ashwagandha no es una moda pasajera

Aunque no hay ferias exclusivas dedicadas a esta planta, en la India se celebran eventos como el Festival de Plantas Medicinales de Bangalore o el Ayush Expo en Delhi, donde productores, fitoterapeutas y consumidores pueden intercambiar conocimientos y productos. En estos eventos se presentan nuevas aplicaciones, se ofrecen catas de infusiones y se celebran charlas sobre medicina integrativa.

Redescubrir la ashwagandha es reconectar con una sabiduría que, durante siglos, ha guiado a comunidades en su relación con el bienestar. No es una moda pasajera, sino un legado vivo que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia. En tiempos de ansiedad crónica, esta raíz nos invita a parar, a respirar, a regresar a lo esencial.

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<h1>¿Sabes qué es la Ashwagandha?</h1>
<h2 class="wp-block-heading">Descubre los secretos de la Ashwagandha: la raíz de la vitalidad</h2>



<p>En un mundo acelerado, donde el estrés se ha convertido en moneda corriente y el cansancio parece no darnos tregua, resurgen los saberes ancestrales con una fuerza renovada. Uno de esos conocimientos milenarios, arraigado profundamente en la medicina ayurvédica de la India, tiene como protagonista a una planta tan discreta como poderosa: la ashwagandha.</p>



<p>Quienes hemos recorrido mercados tradicionales en Pune o Hyderabad, recordamos ese olor terroso, algo almizclado, que emana de sus raíces secas y que da sentido a su nombre: “ashwa” (caballo) y “gandha” (olor). No es casual: <strong>su aroma recuerda al del sudor de un caballo y, según la tradición, quien la consume adquirirá su fuerza.</strong> Pero la ashwagandha no es solo una curiosidad botánica. En los últimos años, su popularidad ha traspasado fronteras, adentrandose en tiendas naturistas de Berlín, cafeterías wellness de Los Ángeles o incluso en recetas funcionales de chefs que buscan reconectar con ingredientes ancestrales.</p>



<h2 class="wp-block-heading">Origen y tradición milenaria</h2>



<p>La ashwagandha (Withania somnifera), también conocida como ginseng indio o cereza de invierno, es originaria del subcontinente indio y pertenece a la familia de las solanáceas, la misma que engloba al tomate, la berenjena y el pimiento. Se le atribuyen usos medicinales desde hace más de 3.000 años en los textos sagrados del Ayurveda, donde aparece como rasayana, es decir, <strong>sustancia que prolonga la vida y rejuvenece cuerpo y mente.</strong></p>



<p>Su función como adaptógeno ha sido validada por la ciencia moderna: <strong>ayuda al cuerpo a lidiar con el estrés, regula el cortisol y potencia el sistema inmunológico.</strong> Pero también ha tenido roles culturales profundos: en rituales de paso, en tónicos para guerreros o como parte del ajuar medicinal de mujeres embarazadas. ¿Es entonces una panacea? No exactamente. Pero su historia y su uso sostenido a lo largo de milenios nos obliga, al menos, a prestarle atención.</p>



<h2 class="wp-block-heading">Variedades y perfil sensorial</h2>



<p>En la actualidad, se cultivan distintas variedades desarrolladas por centros de investigación indios como el CSIR-CIMAP. Las más conocidas son <strong>‘Rakshita’ y ‘Poshita’, que ofrecen alto rendimiento y mayor concentración de withanólidos, compuestos activos responsables de sus propiedades terapéuticas</strong>.</p>



<p>Organolépticamente, la ashwagandha no es una delicia tradicional. Visualmente, la raíz se presenta como un tubérculo fino, rugoso, de tonalidades beige o marrón claro. Al tacto, es leñosa y quebradiza. Su aroma, como dijimos, es fuerte, terroso, con notas animales que recuerdan a establo seco. <strong>El sabor es amargo, con una persistencia seca en el paladar</strong>. No por nada se consume tradicionalmente mezclada con leche caliente, miel o especias, como en la popular <em>moon milk</em>, una bebida que mezcla ashwagandha, cardamomo, nuez moscada y canela, pensada para inducir el sueño y calmar la mente.</p>



<h2 class="wp-block-heading">Cultivo y producción global</h2>



<p>La ashwagandha prospera en climas secos y suelos bien drenados. Su cultivo es común en regiones de la India como Madhya Pradesh, Gujarat, Rajasthan y Uttar Pradesh. Allí se siembra con la llegada de los monzones (temporada kharif, entre julio y agosto), y se cosecha unos 150-180 días después.</p>



<p>En 2023, <strong>la India produjo cerca de 15.000 toneladas de raíz seca de ashwagandha,</strong> según datos del National Medicinal Plants Board (nmpb.nic.in). La demanda ha crecido sostenidamente, con exportaciones hacia Europa y Estados Unidos, donde el interés por la medicina alternativa y los adaptógenos ha disparado su consumo.</p>



<p>Aunque no cuenta con una Denominación de Origen Protegida a nivel internacional, <strong>el cultivo de ashwagandha está regulado por organismos como el Ayush Ministry of India, responsable de la promoción de la medicina tradicional</strong>. Desde su página (<strong><a href="https://ayush.gov.in/#!/" target="_blank" rel="noopener">ayush.gov.in</a></strong>) se puede consultar el listado de buenas prácticas y productores certificados.</p>



<h2 class="wp-block-heading">Análisis nutricional</h2>



<p>Según la Base de Datos de Composición de Alimentos (BEDCA), 100 gramos de raíz seca de ashwagandha aportan aproximadamente:</p>



<ul class="wp-block-list">
<li>245 kcal</li>



<li>49,9 g de carbohidratos</li>



<li>3,9 g de proteínas</li>



<li>0,3 g de grasas</li>



<li>32,3 g de fibra</li>



<li>Minerales: calcio (23 mg), hierro (3,3 mg)</li>



<li>Vitaminas: vitamina C (3,7 mg), ácido ascórbico y carotenos (75 µg)</li>
</ul>



<p>Es importante notar que, al consumirse en dosis de entre 300 mg y 5 g diarios, su impacto calórico es mínimo. <strong>Lo verdaderamente relevante es su carga fitoquímica</strong>, es decir, la concentración de compuestos bioactivos no nutritivos como los withanólidos, alcaloides, flavonoides y saponinas. <strong>Estos componentes, aunque no aportan energía, desempeñan funciones clave como antioxidantes, inmunomoduladores y neuroprotectores</strong>. Son precisamente estas sustancias las que hacen de la ashwagandha un recurso terapéutico tan valorado en la medicina tradicional y en la fitoterapia contemporánea.</p>



<p>Fuente: BEDCA – www.bedca.net</p>



<h2 class="wp-block-heading">Recetas, usos y presencia en la cocina global</h2>



<p>Aunque tradicionalmente se ha usado en decocciones o polvos mezclados con miel o ghee, la ashwagandha se ha colado en propuestas gastronómicas contemporáneas. En Goa, algunos chefs la incorporan en postres con leche de coco y azúcar de palma. En restaurantes ayurvédicos de Kerala, se sirve en infusiones digestivas al final de la comida. Y en Occidente, la vemos en smoothies, bowls de desayuno, barritas proteicas o hasta en mezclas para panificados funcionales.</p>



<p><strong>Una receta clásica que está conquistando paladares es el moon milk adaptado</strong>: leche vegetal (almendra o avena), ashwagandha en polvo, sirope de arce, cardamomo y una pizca de nuez moscada. Ideal para antes de dormir, combina sabores dulces, especiados y ese amargor de fondo que solo la ashwagandha sabe dejar.</p>



<h2 class="wp-block-heading">La ashwagandha no es una moda pasajera</h2>



<p>Aunque no hay ferias exclusivas dedicadas a esta planta, en la India se celebran eventos como el Festival de Plantas Medicinales de Bangalore o el Ayush Expo en Delhi, donde productores, fitoterapeutas y consumidores pueden intercambiar conocimientos y productos. En estos eventos se presentan nuevas aplicaciones, se ofrecen catas de infusiones y se celebran charlas sobre medicina integrativa.</p>



<p><strong>Redescubrir la ashwagandha es reconectar con una sabiduría que, durante siglos, ha guiado a comunidades en su relación con el bienestar.</strong> No es una moda pasajera, sino un legado vivo que ha sabido adaptarse a los nuevos tiempos sin perder su esencia. En tiempos de ansiedad crónica, esta raíz nos invita a parar, a respirar, a regresar a lo esencial.</p>



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<p>Este artículo fue publicado originalmente en <a href="https://geogastronomica.com/">GEOgastronómica</a>. Lea el <a href="https://geogastronomica.com/sabes-que-es-la-ashwagandha/">original</a>.</p></div>
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